18 de abril de 2004

PARANOIAS DE UN SER ANTISOCIAL

Todo empezó el día en que decidí, no se como ni de que manera, dejar de vivir en una hipocresía, de eso hace ya mucho tiempo, y la verdad es que ni recuerdo cuando cruzó tal decisión por mi cabeza. La verdad es que manda cojones la puta decisión de las narices, parece muy sencilla, pero no, querido, no lo es, para nada. La primera y mayor tarea, fue la de romper con la inmensa mayoría de flagrantes autoengaños que yo mismo me hacía, la neura era brutal, porque ¿Qué era o dejaba de ser un autoengaño? ¿Cómo detectarlo en caso de serlo?, esto hace que te lo cuestiones todo de una forma salvaje y a veces paranoica, si no lograba romper esa barrera, jamás lograría dejar de vivir en una supuesta hipocresía, ya que el mayor hipócrita era yo, y más aun conmigo mismo, por consiguiente ¿Cómo no iba a serlo para con los demás?. La cosa era jodida, ya que la educación que había recibido se daba de verdaderas hostias con lo que yo consideraba que era una verdad cruda y dura y eso causaba verdaderos conflictos en mi interior, luchas a muerte con barreras tan bien creadas por mi mismo que costaba horrores de derrumbar, lo cual asimismo provocaba que no me sintiese bien y que mi propia autoestima cayese en picado al darme cuenta del monstruo, que voluntariamente algunas, y involuntariamente otras veces, descubría en mi ¿Cómo lo destruiría? ¿Cómo podía encontrarme a mi mismo? la solución parecía más fácil de lo que realmente era y lo más duro del caso es que sin darme cuenta había empezado un camino que no tenía ya vuelta atrás.

Hoy día valorándolo en la perspectiva, no me arrepiento en absoluto de haber andado ese camino, desde luego no es un camino de rosas y a pesar de los años, siguen apareciendo nuevas resistencias que derrumbar, nuevas barreras que superar en el camino de encontrarme bien conmigo mismo lo más posible. Sin quererlo se crean nuevos muros de protección, sin darse uno cuenta de ello, a veces te sientes hecho una mierda pues ves que derribar tanto muro parece que no lleve a ninguna parte, pues te pasas mucho tiempo derribándolos, lo que si lo miras desde la lejanía te das cuenta que era más difícil aun mantenerlos en pie y que nadie pudiese penetrarlos. Con tus muros levantados, te sientes en una falsa sensación de seguridad, protegido vilmente por tus propias pseudo-verdades que no dejan de ser mentiras que te haces tu mismo para supuestamente sentirte mejor. Se que suena a locura, quizás lo sea y esté para internarme en un psiquiátrico, pero la verdad es que me alegro cada día que descubro un nuevo muro que destruir. Parece que sea fácil hacerlo, todos pensamos que lo hacemos a diario, pero muchas veces somos incapaces de ver más allá de nuestras narices ¿Cómo vamos a ver más lejos? si con tanto muro es imposible, las paredes de nuestras fortificaciones no nos dejan ver fuera de ellas. Aunque todos pensamos que vivimos en una verdad que si nos paramos a cuestionar, nos damos cuenta de que no deja de ser una mentira más. Lo jodido del caso es que a veces, en la mayoría de los casos, la verdad cruda y dura, es tan jodidamente asquerosa, apestosa y repelente, que solo pensar en verla nos haría vomitar en el mejor de los casos.

Bueno ya os seguiré contando, hoy ya he elucubrado bastante, quizás alguien pueda entenderme, quizás la mayoría no, tampoco lo pretendo, ya que a veces ver la verdad de las cosas no es agradable, y tampoco nos gusta saberla, con lo que la postura cómoda es vivir en una eterna ignorancia que nos hace supuestamente más felices.

Sed malos que es más divertido.

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