20 de abril de 2004

PARANOIAS DE UN SER ANTISOCIAL II

Quizás el problema no radicaba solo en los autoengaños que me hacía, si no en la baja autoestima que tenía producida inconscientemente, en parte, por los mismos. Me machacaba por cualquier cosa y exigía mucho a mi mismo al mismo tiempo, quería ser alguien que no era, y al mismo tiempo sentirme querido por alguien externo, pues yo era incapaz de quererme a mi mismo. ¿Como romper con algo tan bien entrenado? ¿Como empezar a quererme?, Evidentemente si me sentía capaz de querer a otras personas, era posible que me quisiese a mi mismo, el tema era intrigante y al mismo tiempo muy difícil, pues tanto tiempo autodestruyéndome había creado una dinámica que parecía imposible invertir, estaba muy bien entrenado para automachacarme por cualquier cosa. Tenía que hacer algo al respecto y no sabía que.

Me imaginé internamente, como un niño que pide el amor de sus padres y era ignorado ¿Como podía ser tan cruel de castigar a ese niño? ¿Como podía destruirle de aquella manera? ¿Como era capaz de ignorarlo? ¿Como era capaz de omitir sus gritos para reclamarme su atención y obviar su existencia?. Empecé a escucharle, a mimarle a darle cariño, a no machacarle cada vez que algo salía mal, pero parecía no bastar con eso, el niño estaba cabreado conmigo, indignado, dolido, pues hacía tanto tiempo que no le escuchaba, que no hablaba con él, que le ignoraba, que me había olvidado de que existía. Así que lo lógico es que le pidiese perdón de corazón, de verdad. Por supuesto era muy duro decirle que no recordaba que existía, o mejor dicho aun, que ignoraba su existencia, tenía que ser suave y sutil, delicado en mis palabras y al mismo tiempo sincero. Complicado dilema el que se me planteó, pero logré hacerlo.

Hoy día puedo decir que mi niño y yo somos casi uno, que le escucho en todo lo que me dice, que le hablo abiertamente y que nuestra convivencia es cordial y amistosa en un porcentaje muy elevado, que le quiero y le mimo todo lo que puedo, le consiento, le disculpo las perrerías que a veces me hace, que le entiendo mejor que a nadie, y que sin él me sería imposible vivir.
Siempre me había guiado por las emociones o por el cerebro, y me he dado cuenta realmente que ambas nublan la realidad, que no son objetivas, podemos hablar cerebralmente o de corazón, eso es fácil, pero lo cierto es que es muy difícil guiarse por el instinto. he descubierto que ese niño del que os hablo es mi instinto, es lo que realmente he de seguir, sea cual sea el camino por el que me lleve, lo que es cierto es que en la mayoría de los casos, cuando ni las emociones ni mi cerebro han intervenido, el camino indicado ha sido el correcto y me ha llevado a buen término, aunque por ello haya tenido que sacrificar y perder muchas cosas par obtener el mayor premio que se puede conseguir, que es amarme y encontrarme a mi mismo, ser yo, tal cual, llano y de verdad, y no un prototipo de lo que la sociedad y los que nos rodean considera correcto y socialmente adaptado.

Es difícil de entender quizás, pero quererse a uno mismo no es fácil como parece. No se dice, se hace, se siente, se vive consecuentemente con uno mismo, se es consciente de la realidad, no tan solo de la que nos rodea, sino de la propia.

La desventaja y ventaja de tener el instinto abierto es que te pone en evidencia todos los engaños externos que percibes constantemente, te los pone delante con un mensaje de alerta gigante para que lo veas flagrantemente, no solo los externos sino que también los propios. Esto puede causar verdadera indignación, pues te das cuenta de cualquier posible manipulación percibida, al principio cabrea de mala manera, aunque con el tiempo aprendes a discernirlas, las que son a mala leche, las que no, las que llevas tiempo haciéndote a ti mismo, las que te han hecho en un pasado, etc. Aprendes también a hacerlo consciente a los demás y a anunciarles claramente de que te das cuenta de un intento de manipulación que muy posiblemente has aceptado.

Todo esto es muy jodido, muchas veces piensas que es mejor vivir en una ignorancia asumida y no darte cuenta de esas cosas, pero entonces recuerdas cuando vivías en ese estado y no quieres volver a él ni que te maten, sabiendo que ya es imposible, aunque quisieras, pues ya has abierto los ojos, y eso no tiene marcha atrás.

Con el tiempo empiezas a aprender a adaptarte, ya que al principio saltas por la más mínima chorrada, convirtiéndote así en un ser antisocialmente adaptado, consciente de todo lo que te rodea. Al mismo tiempo indestructible y invulnerable ya que empiezas a ver las cosas antes de que sucedan, y si no es así y te la pegan, te alegras de ello pues sabes sacar la lección que ello te ha aportado, con lo cual dicha hostia se convierte en productiva y positiva, afectándote en su justa medida, sin autodestruirte por ello, sin hacerte daño a ti mismo, y menos aun a tu niño.

Dicha apertura de ojos también te hace asumir una responsabilidad ante las cosas que antes no tenías, te hace vivir las cosas de otra forma, ver de otra forma, en definitiva ser tu, y de las consecuencias que puede conllevar cada acto que realizas en la vida para contigo y los que te rodean.

Es un peso muy difícil de llevar, sobretodo al principio, una responsabilidad increíble, una carga tremenda, que con el tiempo, cada vez más, se hace más llevadera y asumible.

Buf por hoy ya hay bastante ¿no?.

Por favor, recordad, sed malos que es más divertido.

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